Para relajarnos un poco este mes de julio, decidimos irnos de fin de semana a conocer una parte de la Cerdanya en los Pirineos catalanes.
Primero nos detenemos en
Bellver de Cerdanya, ya que hemos reservado mesa en
El Picot Negre (Camí Reial, 1. T. 973511198), con muy buenos comentarios en Tripadvisor. El local es fácil de encontrar, y hay aparcamiento cerca. Al entrar, parece una pequeña tienda de comida casera para llevar, ya que tienen vitrina a ese efecto. La acogida por parte de la dueña es muy agradable, el restaurante en tonos ocres dispone de unas 8 mesas, algunas más grandes que otras, por lo que es muy íntimo, y el servicio eficaz.
La carta dispone de platos variados, también típicos de la zona, y otras sugerencias apetecibles. Se trata de platos con buenas raciones, y para dos, resulta perfecto compartir el primero. Nos decantamos de primero por las verduras a la brasa con queso y salsa romescu. El plato no tarda en llegar muy buen surtido con todo muy fresco, sano y muy rico.
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Verduras a la brasa con queso y salsa romescu, El Picot Negre,
Bellver de Cerdanya |
De segundo, elegimos el redondo, y el confit de pato. El primero no resulta tan fino como el segundo, quizás por exceso de salsa, aunque el tall rodó se suele servir así, pero quizás esperábamos algo diferente. En cambio, el confit está en su punto, meloso, y se derrite en la boca. El acompañamiento de puré de calabaza, manzana y cebolla resulta idóneo.
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Redondo, El Picot Negre, Bellver de Cerdanya |
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Confit de pato, El Picot Negre,
Bellver de Cerdanya |
Y de postre, no podemos irnos sin probar la crema catalana, muy buena.
El total de la cuenta asciende a unos
50€ dos personas, con un café y sin vinos. Puede parecer algo caro, pero al ser lugar turístico, comida casera con productos frescos, el servicio muy atento y simpático tanto de la dueña como de la joven camarera, creo que es un precio justo. Y desde luego, nos sentimos muy satisfechos de nuestra comida. Así que si pasáis por la zona, os lo recomiendo. Eso sí, reservad con antelación, ya que aunque hacen doble turno, al ser local pequeño, puede que no tengáis la oportunidad de poder probarlo.
Y con un caluroso sol de verano, nos disponemos a recorrer las calles y plazas de
Bellver de Cerdanya siguiendo las indicaciones de los paneles de información turística dispuestos en cada rincón de relevancia histórica.
Bellver es un bonito pueblo de casas y muralla de piedra, con varios miradores, y famoso por la estancia de Gustavo Bécquer y el paso de Pablo Picasso. Se recorre en a penas una horita tranquilamente. Lo único negativo a recalcar sería el hecho de que dejan aparcar los coches en la plaza porticada, por lo que le resta todo el encanto.
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Plaza Gustavo Adolfo Bécquer, Bellver de Cerdanya |
(Según info. de internet) En el año 1860 Gustavo Adolfo Bécquer pasó una
temporada en Cal Patanó, a la sazón de una fonda. Fue una estancia provechosa,
porque de ella salió una de sus leyendas más conocidas, "La cruz del
diablo", ambientada en la época medieval y situada en lugares reales del
término municipal, como la plaza
Mayor, los callejones del Barrio Antiguo, la Torre de la Prisión y Sant Martí
dels Castells. Una placa conmemorativa en la fachada principal de
la casa rememora esta estancia del ilustre poeta sevillano. La plaza de Gustavo Adolfo Bécquer es
un espacio recuperado del Barrio Antiguo que se utiliza para hacer recitales y
conciertos de música. Está dedicada, como el nombre indica, a Gustavo Adolfo Bécquer.
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Refugio aéreo, Bellver de Cerdanya |
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Bellver de Cerdanya |
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Iglesia
parroquial de Sant Jaume,
Bellver de Cerdanya |
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Plaza Mayor del 27 de abril, Bellver de Cerdanya |
(Info web) Esta plaza del S. XIV era el centro comercial y administrativo de Bellver.
Aquí tenían lugar el mercado semanal y la feria una vez al año. La foto anterior se encuentra recortada ya que la plaza estaba llena de coches aparcados que no dejan apreciar los porches ni la belleza del lugar.
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Vista desde mirador de Bellver de Cerdanya |
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Bellver de Cerdanya |
Y dejando Bellver atrás, nos dirijimos a
Martinet, a escasos kilómetros. Entre los pocos hoteles que tenían habitaciones libres para finales de julio en la zona, encontramos uno que parecía nuevo o recién reformado aquí en la pequeña población de
Martinet, de nombre
Casa Moma 1948, y ubicado en la Nacional 260, a mano derecha viniendo de Bellver. Las fotos del hotel en Booking y su descripción parecían tentadores, así que ¿por qué no probar algo nuevo? Es verdad que algún comentario decía que el personal estaba muy verde, pero ¡no nos imaginábamos que no hubiera ni un solo supervisor para llevar el negocio a buen puerto!
Encontramos la Casa Moma 1948 sólo indicada por un toldo que parece de un bar, dónde consta su nombre. Aparcamos en el parking gratis justo enfrente, dónde el puente que cruza el río. Y con mucho cuidado, ya que no existe paso de peatones, cruzamos la carretera.
Sin ninguna señal que indica la recepción del hotel, ni tan siquiera que ponga "Hotel", ya que sólo pone "Restaurante" en letras grandes en vertical a lo largo de la fachada, decidimos dirigirnos a la puerta de arriba que parecía la de entrada. Y llegamos a la sala del restaurante dónde nos indican que la recepción se encuentra abajo. Por suerte hay ascensor que nos lleva y podemos bajar con la maleta.
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Casa Moma 1948, Martinet |
Llegados a la recepción, tenemos que esperar un buen rato a que venga alguien a atendernos. Hay empleados cerca pero ninguno nos avisa de que enseguida vendrá alguien. En fin, esperando con cierta paciencia y aprovechando para proveernos de información turística a disposición en el mostrador, por fin llega "la manager" del lugar.
Nos invita a pagar ya la estancia, ningún problema por nuestra parte. Pero sin ninguna explicación más, sólo dándonos su tarjeta y diciéndonos que nos pongamos en contacto vía tfno o whatsapp por cualquier necesidad que tengamos, ya nos lleva a nuestra habitación suite.
Le preguntamos por el horario de desayuno, lo cual es de 9h a 10h30, y también que queremos reservar mesa en el restaurante para cenar, dice que avisará entonces. No se nos comenta nada sobre la supuesta piscina del hotel que aparece en la descripción y fotos, pero si eso luego preguntamos nosotros.
Hemos elegido la suite por 30€ más que la habitación doble, o sea
120€ (desayuno incluido), pensando poder disfrutar de unas comodidades correspondientes a la categoría. Y la primera impresión es bastante buena, ya que la habitación es totalmente nueva, y decorada con gusto. El baño es amplio con una gran ducha. Las vistas dan a la nacional y el pequeño parking, pero también a un bonito paisaje y al río.
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Suite 33, Casa Moma 1948, Martinet |
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Suite 33, Casa Moma 1948, Martinet |
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Suite 33, Casa Moma 1948, Martinet |
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Suite 33, Casa Moma 1948, Martinet |
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Suite 33, Casa Moma 1948, Martinet |
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Suite 33, Casa Moma 1948, Martinet |
Decidimos dar un paseo y seguir el "itinerario de la nutria", provistos de nuestro folleto, ya que el recorrido se encuentra muy cerquita, pasado el mismo parking. Primero buscamos "La Casa del Riu", centro de interpretación del ecosistema fluvial, supuestamente ubicada en nuestro mismo punto de localización, ¡pero nada indica la susodicha! Si hay un edificio que podría ser el antiguo matadero o "Casa del Riu", pero no es lo que se indica en la fachada y está cerrado. Desconcertados y buscando más allá, no divisamos ninguna construcción más que un centro cívico.
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Vista desde el puente de Martinet |
Así que decidimos empezar el recorrido sin más información previa, y cual es nuestra sorpresa cuando nos encontramos a mano derecha la piscina pública, ¡la misma que en las fotos del hotel! Vamos que se les olvidó poner que la piscina privada del hotel no era otra que la que compartía todo el pueblo. Quizás sería más honesto precisar que se trata de la piscina municipal.
Así que ni ganas de preguntar más adelante. Nos enteramos más tarde de que el hotel proporciona entradas gratis a los huéspedes que quieran disfrutar de la piscina, pero no deja de ser ajena al establecimiento, y a unos 50 metros de éste, sin contar que con el calor sofocante del verano, no es lo mismo bañarse con algunos huéspedes del hotel que con muchos habitantes del pueblo, y con todo su derecho a ello por supuesto. Pero por los que sigan interesados, ya que muchos optarán por elegir este hotel por la piscina, ya que van con niños, os puedo decir que también hay una piscinita redonda de poca profundidad para los más pequeños.
Piscina aparte, seguimos con lo que nos interesa en este momento: "el itinerario de las nutrias". Se trata de recorrer una pista de tierra a lo largo del río Segre, entre vegetación y campos de pasto de ganado, apto para todos los públicos, incluso sillas de ruedas, aunque podéis encontraros con charcos grandes de agua por si ha llovido. Es un bonito paseo con mucha paz, hasta que pasa algún motorista de cross poco prudente a velocidad poco adecuada, o sea que ¡mucho cuidado!
Hay señales a lo largo del camino con indicaciones sobre el modo de vida de la nutria. Y deciros que es lo único que veréis de este animal, ya que no suele salir de su guarida más que al amanecer o al atardecer. Tampoco vimos ninguna trucha, típico habitante del río, ni ningún ave del lugar. Hay que decir que sí que hay bastante paz pero al lado opuesto del río, no hay que olvidar que se encuentra la nacional con el tráfico propio, o sea que puede que tenga alguna influencia también sobre los animales de la zona.
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Río Segre, itinerario de la nutria en Martinet |
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Río Segre, itinerario de la nutria en Martinet |
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Río Segre, itinerario de la nutria en Martinet |
Seguimos el curso del río hasta el mirador y el puente de madera. Se puede seguir más allá para quién quiera caminar más. Nosotros emprendemos el mismo camino de regreso y las nutrias siguen sin asomarse. Pero el paisaje y la tranquilidad son muy agradables.
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Vista del Río Segre desde el mirador,
itinerario de la nutria en Martinet |
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Campo de pastos y senda del itinerario de la nutria,
Martinet |
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Senda del itinerario de la nutria en Martinet |
Si tenéis ganas de más senderismo, podéis subir hasta Montellà por el antiguo camino. Nosotros seguimos por la misma pista pasando el parking de salida y hasta el final del camino, dónde hay mesas para picnic, y se regresa por la carretera de Martinet. también tenéis muy cerca la ruta de los lagos, pero ya se trata de rutas mucho más largas en las que hay que ir preparados.
Ya de vuelta a nuestra habitación, y empezando a sufrir los portazos de los huéspedes de la habitación contigüa, que les resultaría difícil mover la maneta de la puerta correctamente, decidimos relajarnos lo posible y tomar una buena ducha.
Nos encontramos con que a pesar de lo descrito en Booking, no hay ningún secador de pelo, tampoco detalles que marcan la diferencia y más en una suite, como gorro de ducha, o bolsita de higiene personal presente en cualquier hotel. Y bueno, por gusto personal, los accesorios de baño más baratos de Ikea o el papel higiénico muy poco suave no hacen que destaque precisamente la comodidad o lujo de esta suite. También algún espejo aumentador para poder afeitarse o maquillarse mejor no estaría de más (5€ en Ikea), y tampoco una repisa en la ducha para evitar agacharse por los geles de baño (geles por cierto muy aguados). ¡Pero lo peor está por llegar!
La ducha no tiene puerta de mampara, por lo que es muy probable que se salga algo de agua, pero nada más lejos de mi pensamiento ¡que íbamos a tener que usar una barca! Resulta que al entrar en la ducha, la manguera se encuentra dirigida hacia la pared y no entiendo la razón, por lo que la pongo recta para poder ducharme bien, y cuando ya consigo calibrar los mandos ya que no es monomando como el lavabo, ya entiendo la situación: el plato de ducha se ha instalado de la peor forma posible, con inclinación hacia fuera y no hacia el desagüe, por lo que todo el agua de la ducha va directamente a parar al suelo del baño como si de un desbordante se tratara. En poco tiempo, se inunda todo el suelo, hasta la misma puerta del baño y amenazando el parquet nuevo de la habitación. Disponemos toallas por el suelo para evitarlo, y claro que el relax es nulo en estas condiciones.
Duchados como hemos podido, mandamos en seguida un whatsapp a Tatiana, la manager, explicando lo ocurrido y que mande a alguien para que seque el suelo del baño para evitar posible riesgos de resbalón.
De mientras abrimos todas las ventanas porque hace 28ºC en la habitación, y al que hizo la reforma, por lo visto le dijo al propietario que no hacía falta poner aire acondicionado ya que en esta zona nunca hacía calor por la noche. Pues yo le invito a que pase una sola noche a 27-28ºC sin nada de aire, ni un simple ventilador, ¡a ver si puede dormir! Y las olas de calor ya no son excepcionales, sino que van siendo habituales desde hace varios años, ¿no sería mejor preverlo para el confort de los clientes? Pues bien, dejamos todas las ventanas abiertas con la esperanza de que la temperatura interior bajara algo mientras cenábamos.
Al cabo de un tiempo, vemos que Tatiana ha leído el mensaje y acude a nuestra habitación con el chico de la limpieza. Disculpándose reiteradas veces, nos explica que acabamos de estrenar esta suite (el disco de desmaquillaje pegado en la pared bajo el lavabo, en vez de acabar en la papelera, me dice lo contrario, a no ser que fuera usado como prueba del algodón), por lo que no tenían ni idea del problema y que lo solucionarán en lo más breve.
Eso espero por ellos si no quieren recibir críticas severas en agosto. Y nos proponen cambiar de habitación. No estábamos demasiado dispuestos a mudarlo todo otra vez si era para encontrarnos con el mismo problema, y ante la duda de Tatiana, finalmente nos quedamos pidiendo únicamente que pudieran secar el suelo, con esto nos bastaba. Aprovechamos para comentarle el problema del calor y que por eso lo habíamos abierto todo, pero no nos dijo nada.
Nos aportan toallas nuevas, y tienen el gesto de traernos una botella de tinto con copas. Por desgracia no bebemos tinto, pero dejamos caer que pronto bajaremos a cenar (no hubo detalle entonces). En fin, el trato fue de lo más adecuado, humilde y acertado. O sea que se quedaba en una mera anécdota.
Bajamos al restaurante, luminoso, moderno y acogedor a la vez. La carta ofrece platos elaborados con productos de calidad y con precios acordes a la propuesta.
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Restaurant de Casa Moma 1948,
Martinet |
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Restaurant de Casa Moma 1948,
Martinet |
El camarero, muy atento, nos pregunta si tomaremos un aperitivo, y le pedimos un vermouth casero. Nos lo trae la camarera que parece algo nerviosa por su falta de sonrisa, pero nos sorprende que los vasos lleguen sosos desprovistos de la típica rodaja de naranja o limón. Por lo tanto, le pedimos al camarero si no le importa añadirlas, y pidiéndonos disculpas, enseguida rectifican. El vermouth Espinaler está muy bueno, eso sí.
Y de la carta pedimos, de primero, el carpaccio de Angus con vinagreta de soja, y el gazpacho de sandía. Nos ofrecen un pequeño aperitivo de carpaccio de queso de bufala, ¡muy rico!
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Vermouth Espinaler y aperitivo de caprese
con caviar de albahaca y bola de Chardonnay,
Restaurant Casa Moma 1948, Martinet |
¡El carpaccio de Angus es de lo más decepcionante! Viene decorado con demasiada sal negra por todo el plato! Nunca habíamos visto tal condimento para este plato ya que la sal le resta todo el sabor original a una carne tan selecta y si ya hay salsa de soja que de por sí es salada, no es una buena combinación. Pero además, ¡la carne está totalmente aguada! y por consiguiente sin ningún sabor. Un plato completamente arruinado, una pena.
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Carpaccio de Angus con salsa de soja,
Casa Moma 1948, Martinet |
En cuanto al gazpacho de sandía, resulta muy bueno, dulce y con una vinagreta que realza su sabor, pero otra mal sorpresa aparece cuando al ver en el fondo algo oscuro parecido a hierbas o especias y me pongo a probarlas, ¡resulta ser un buen puñado de sal negra otra vez! ¡¿Pero qué manía tan mala es ésta para una cocina elaborada?!
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Gazpacho de sandía, Casa Moma 1948, Martinet |
Decidimos probar de los dos platos cada uno, y acabarlos a pesar de todo, dejando la sal a un lado, y el camarero nos pregunta si nos ha gustado, y siendo honestos, le decimos la verdad. El chef de cocina va preguntando también a los comensales por sus opiniones, y cuando llega a nosotros, le reiteramos lo dicho para que conste y puedan rectificar.
Entonces es cuando nos confiesa que todo el equipo, tanto de la cocina como del hotel, no dispone de ninguna experiencia ni formación previa. Y el equipo de cocina está muy verde ya que acaban de abrir hace dos semanas y aún no controlan bien el tema.
Sin duda, nos quedamos sorprendidos de tales afirmaciones, ya que no augura nada bueno si en una semana que les quedaba para recibir agosto y con el hotel al completo, no se esforzaban al máximo para estar a la altura de una cocina que ahora mismo resultaba muy pretenciosa por un equipo desprovisto de bases culinarias básicas.
Las disculpas fueron bienvenidas y por supuesto aceptadas, ya que todos hemos empezado y sabemos lo difícil que resulta, pero en este caso, quizás empezar por algo más sencillo hubiera sido lo más acertado. El chef, que por su experiencia relatada, parece de renombre, dice que le gustan los retos. Y éste debe de ser de los mayores para él sin duda. Pero igual que podemos ser tolerantes y comprensivos, los precios de comienzo tanto de alojamiento como de restauración deberían estar en consonancia con el servicio actual aportado, ya que siendo sinceros, no pagamos por ser cobayas, sino por tener un servicio acorde al precio pagado. Y en este caso los precios no responden a los fallos de cocina que pueden llegar a arruinar los platos cuando podrían ser de alta cocina. Porque por ejemplo, el magret de pato con reducción del chef y fugi confitada o el postre de manzana confitada con ron fueron sencillamente deliciosos. Las vieiras sobre alfombra de plancton, cabellos de chili y sales cítricos iban por el mismo camino hasta que también apareció el exceso de sal otra vez. El chef nos dijo que avisaría del error en cocina ya que el truco estaba en poner una pizca de sal y ya veía que no era así. Pero viendo otra foto en trip del mismo carpaccio, no era la primera vez que lo servían así, por lo que el aceite que le daría su toque desaparecía por completo entre la capa de sal y el agua de la carne congelada cortada, otro problema que nos confesó que tenían en cocina, el no encontrar el punto para que no pasara.
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Vieiras sobre alfombra de pláncton, cabellos de chili
y sal de cítricos,
Casa Moma 1948, Martinet |
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Magret de pato con reducción del chef y fuji confitada,
Casa Moma 1948, Martinet |
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Manzana confitada con ron de jamaica y nube de mascarpone,
Casa Moma 1948, Martinet |
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Zumo de naranja y helado de vainilla,
Casa Moma 1948, Martinet |
Es muy difícil encontrar un restaurante con una gran cocina que ofrece platos delicatessen y elaborados con un trabajo y una pasión tremendos, pero si no hay nadie para supervisar cada plato porque él que los elabora aún no controla el emplatado o decoración, las críticas no serán más que negativas, y por lo tanto, no augura un futuro prometedor. Y como le dijimos al chef con el que pudimos tener el placer de conversar sobre sus experiencias y filosofía personal, volveremos con gusto dentro de un tiempo, sabiendo que ya han aprendido este oficio tan difícil que es la hostelería y la alta cocina, para deleitarnos con su propuesta de platos exquisitos.
Al pagar la cuenta, no se nos ofreció ningún detalle como un pequeño descuento añadido ni un chupito, ya sólo por el tema de la inundación del baño, o por el helado de mascarpone que pedimos como postre extra, y del que no quedaban higos de decoración, aún que lo sabíamos, creo que hubiera sido acertado. Tampoco estábamos al acecho, pero hubiera sido un detalle de consideración. Así que pagamos un total de
65€ para dos personas, quizás dentro de un tiempo, no tendremos la sensación de que por mucho que se esmeren en la atención ofrecida, los precios no responden a la calidad de la cocina ni del servicio.
Ya de regreso a nuestros aposentos, la temperatura sólo ha bajado un grado, y no podemos dejar las ventanas abiertas toda la noche, ya que nos encontramos con que es la fiesta del pueblo justo enfrente, que pasan coches aún, y que el río también hace bastante ruido para quién no esté acostumbrado a dormir así. Por suerte, a las 23h30, parece que la fiesta termina, lo que se agradece muchísimo.
Después de una noche entera dando vueltas por el calor, despertándonos de madrugada por los portazos de los vecinos irrespetuosos, no tenemos la sensación de haber descansado, así que se acumula a la lista de fallos de la
Casa Moma 1948.
Bajamos a desayunar, y la misma falta de experiencia en la gestión del negocio se hace evidente una vez más. El desayuno tipo buffet es algo pobre teniendo en cuenta que uno se tiene que montar su propia mesa, no hay más que los sets puestos, y al terminar el servicio a las 10h30, yendo antes de las 10h, no quedaba casi de nada, tal y como croissants o bollos, sólo quedaban magdalenitas industriales, y 2 contadas, en cuanto a dulces se refiere. Los yogures artesanos, aunque escasos quedaban, así que echamos mano. El zumo de naranja no es natural sino néctar malo (existen buenos zumos de brik), o sea no al nivel esperado.
La falta de organización hace que el reponer se vuelva un cáos, dejando las bandejas de embutido vacías. Tampoco preguntan por si alguien quiere huevos. Y al preguntar nosotros, nos dicen que sí con dudas, pero al final resulta imposible ya que se ven desbordados aún con pocos comensales.
En resumen, un desayuno deficiente por el mismo tema de la falta de experiencia y de alguien para dirigir el personal.
Recogemos nuestras pertenencias, y antes de salir del hotel, tatiana se vuelve a disculpar por lo sucedido en el baño. Y nosotros restándole ya importancia al tema, volvemos en cambio a mencionar el problema del calor que imposibilita el sueño. Entonces nos dice que sí que es un problema y que tendría que comentarle algo al dueño. Le apuntamos nuestro e-mail para que pueda enviarnos la factura, ya que tampoco nos la entrega en el momento, y nos dice que enseguida nos la mandará, pero una semana después, ¡seguimos sin recibirla!
Eso sí, nos dijo que para reservar futuras, la llamáramos directamente a ella sin pasar por Booking (claro si se pueden ahorrar la comisión). Pues no creo que en el futuro suceda tal cosa, ya que lo más probable es que si volvemos por la zona, optemos por un hotel con un servicio profesional a la altura. Y no es por ofender a los empleados que no tienen la culpa de no haber seguido una formación a nivel de los requerimientos de este tipo de negocio, sino que es una crítica hacia el dueño del negocio, que piense que, por mucho que se ahorre mucho dinero pagando sueldos bajos a personas poco cualificadas, se arriesga a perder mucho dinero en poco tiempo por los comentarios negativos que le puedan caer. En todo caso, agosto será la prueba de fuego y lo que decida si pueden tener futuro. Un negocio así es rentable al cabo de 10 años mínimo, no quiera reducir el margen de tiempo ofreciendo baja calidad a precio de la mejor. En resumen, dar gato por liebre nunca ha resultado algo beneficioso.
Y para acabar, opino que por la alta competencia del lugar en establecimientos hoteleros cercanos, de cara a agosto y con alta ocupación prevista, les deseo que puedan formarse rápido así como rectificar cuanto antes los fallos en alojamiento y restauración. Con dedicación, trabajo y esmero, podrían mejorar considerablemente en poco tiempo.
Les deseamos suerte y esperamos volver dentro de un tiempo para poder disfrutar del hotel, esta vez sí, preparado para el mejor recibimiento y a la altura del precio ofertado. Pero de momento, la estética no suple las carencias evidentes, así que no recomiendo la Casa Moma 1948 hasta averiguar dentro de un tiempo si han mejorado los servicios y prestaciones tales como el aire acondicionado o ventiladores adecuados, y duchas correctas.
Cualquier crítica aportada, y subjetiva, aunque con argumentos, en este blog no tiene otra intención que aconsejar y aportar sugerencias para la mejora del local o información para los viajeros, como viajera asidua que soy yo misma y agradezco cualquier consejo que puedan ofrecerme para tener la mejor de las estancias. No duden en compartir o preguntar. Gracias por leerme hasta aquí.
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