Páginas

lunes, 16 de octubre de 2017

Altea, Alicante, 2º día

Después de nuestra primera noche en el Altea Paradise, y de un abundante y variado desayuno, nos dirigimos al pueblo turístico del Castell de Guadalest, a escasa media hora de Altea.

Ya desde cierta distancia se empieza a divisar la belleza del lugar. Y llegados ahí sin ninguna dificultad ya que está muy bien indicado, y la carretera, aunque ascendente, es muy buena.
Hay un gran parking a disposición de los turistas por 2€ el día, y aunque nos desplacemos a otra localidad para comer, podemos conservar el tiquet para poder volver a aparcar sin ningún coste adicional.
Y nos adentramos en este precioso pueblo pintoresco con mucha tranquilidad para poder visitarlo, siendo lunes por la mañana.
Guadalest

Guadalest

Ubicado cerca de la entrada, se encuentra el Museo de Microgigantes, y la señora a su cargo nos informa sobre el tema. Y ya que ya estaba en nuestros planes visitarlo así como el de Microminiaturas, ubicado dentro del pueblo, compramos la entrada por 4€/pers., y dejamos la visita para después, ya que primero toca las ruinas del Castillo, pasando por la Casa Orduña de modo obligatorio ya que no hay otra entrada para el Castillo de San José.

Guadalest

Guadalest

Guadalest

La casa, edificada por la familia vasca, los Orduña, es digna de ser visitada, no sólo por su arquitectura insólita, ya que se encuentra edificada integrada en la misma roca, sino también por su interesante contenido que comprenden los muebles originales que dan una buena idea del modo de vida de la época, así como una exposición de obras de arte contemporáneas y singulares, que es renovada periódicamente. Lo que sí es a tener en cuenta, es que la casa no es accesible para todo el mundo ya que está construida en varios niveles por los que se accede sólo por escaleras.

Casa Orduña, Guadalest

Casa Orduña, Guadalest

Cocina Casa Orduña, Guadalest

Salón Casa Orduña, Guadalest

Lavabo Casa Orduña, Guadalest

Biblioteca Casa Orduña, Guadalest

Exposición Casa Orduña, Guadalest

Exposición Casa Orduña, Guadalest

Desde la misma casa, hay un patio mirador para poder admirar la belleza del lugar, con el embalse de Guadalest y sus tonos turquesas profundos rodeado de montañas.

Desde el mirador de la Casa Orduña, Guadalest

Y ascendemos al Castillo de San José por unas escaleras en el exterior de la Casa Orduña. En cada nivel, podemos detenernos para deleitarnos con buenas panorámicas de este maravilloso paisaje.
Escalera hacia el Castillo de San José, Guadalest

Vista desde primer mirador del Castillo de San José, Guadalest

Guadalest

Del castillo en sí, no queda mucho más que unos cuantos muros, así que la visita es más bien corta, pero bien vale la pena subir hasta allí.

Guadalest

Guadalest

Guadalest

Guadalest

Vistas desde el castillo de  Guadalest

Guadalest

Luego se baja por otro camino para acceder a la calle principal por una puerta giratoria en torniquete al final del mismo pueblo. Y ya podemos recrearnos en su única avenida tomándonos una copa o echando un ojo a los recuerdos turísticos de las tiendas, como la marroquinería típica del lugar.

Ayuntamiento y plaza, Guadalest

Guadalest
Llegamos a la altura del Museo de las Microminiaturas, y accedemos a su interior con nuestra entrada comprada previamente. La señora, muy amable nos hace un resumen de lo que nos vamos a encontrar en su interior.
Os recomiendo al 100% esta visita que os dejará boquiabiertos! El artista al origen de estas insólitas creaciones es Manuel Ussá. Esta colección es cuanto menos asombrosa, digna de admirar, y os transportará a un mundo mágico lleno de inverosimilitudes. Realmente sus creaciones son impresionantes y únicas, así que nos os lo perdáis porque os llenará de ilusión como si tales niños fuerais ante semejante espectáculo de arte de habilidad y paciencia, y sentido fuera de lo común de este gran artista.
Os daré alguna pista de lo que os podéis encontrar ahí porque no es fácil conseguir una buena foto de obras tan diminutas. Por ejemplo, podréis asombraros ante la Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja; La Maja Desnuda pintada en un ala de mosca, una carrera de galgos en un cabello, cuadros de diferentes pintores pintados en una semilla, una pulga de torero, etc... Vamos que si os parece increible lo que estáis leyendo, ¡esperad a verlo por vosotros mismos! Nosotros desde luego, ¡salimos encantados!

Las Meninas en un grano de maíz,
Museo de Microminiaturas, Guadalest


Carrussel en semilla, Museo de Microminiaturas, Guadalest

Carrusel,
Museo de Microminiaturas, Guadalest

Pintura en caracol, Museo de Microminiaturas, Guadalest

Velázquez en mosca,
Museo de Microminiaturas, Guadalest

Seguimos paseando por este bonito pueblo, y ya es hora de comer en el restaurante Venta la Montaña (Crtra de Alcoy, nº9. T. 965885141), en el pueblo de Benimantell, muy cerca. El restaurante es muy fácil de encontrar ya que se sitúa justo en la carretera que atraviesa el pueblo, con una bonita fachada en blanco y azul, y terraza exterior. Os recomiendo reservar siempre ya que se trata de un sitio muy turístico, y este restaurante es famoso por su arroz al horno, típico de la zona.

Nos acogen con mucha amabilidad en este bonito establecimiento de carácter rústico. Podéis elegir menú o carta, los precios son acordes con la zona, sin ser excesivos, siempre tendréis que contar con una media de 50-60€ por pareja.
Venta la Montaña, Benimantell

Nosotros nos decantamos por tomar de aperitivo un vermouth, y luego su famosa sobrasada con miel de fabricación propia de la zona, y por supuesto no podíamos dejar de probar su arroz al horno, que resultó muy bueno.
Sobrasada con miel, Venta la Montaña, Benimantell

Arroz al horno, Venta la Montaña, Benimantell


Tomamos de postre unos helados artesanos con la fruta por excelencia de la zona, el níspero.

Helado de fresa con nísperos,
Venta la Montaña, Benimantell 

Helado de turrón con licor,
Venta la Montaña, Benimantell

En resumen, un bonito restaurante dónde reponer fuerzas, con un exquisito arroz, y un servicio cordial.

Después de este festín, nos dirigimos de vuelta al Castell de Guadalest, ya que nos queda por visitar otros museos. Esta vez el parking está bastante lleno, ya que han venido muchos turistas por la tarde, pero por suerte aún hay plazas libres. Enseñamos nuestro tiquet de la mañana al "cobrador del parking", y listo.

El primer museo no puede ser otro que el de Microgigantes del mismo autor que el anterior, Manuel Ussá. La encargada del museo nos explica muy amablemente el sentido de las obras que vamos a ver, otras de sus creaciones en miniatura y sus réplicas en obras mayúsculas. Otras bellas y únicas creaciones dignas de admirar que nos recuerdan a la percepción que tenía el maestro Gaudí de la naturaleza, pero cada artista tiene su firma.

Museo de Microgigantes, Guadalest

Museo de Microgigantes, Guadalest

Museo de Microgigantes, Guadalest

Museo de Microgigantes, Guadalest

Museo de Microgigantes, Guadalest

Museo de Microgigantes, Guadalest

Museo de Microgigantes, Guadalest

Y después de gozar de esta aventura por la mente privilegiada de este gran artista, visitamos en la calle paralela, el Museo de Antonio Marco, de casitas de muñecas, juguetes de época y belén ecológico.
Se trata de una amplia colección que os dejará sin palabras, tanto a mayores como a pequeños que aprecien de verlo (no se permite fotografías). La visita dura una hora y media aproximadamente, si deseamos admirar cada pequeño detalle que no son pocos. La verdad que el trabajo invertido es enorme, y poder disfrutar del resultado es realmente un privilegio. ¡El belén en la última planta (se accede por escaleras) es una maravilla!

La entrada es algo cara, 5€, pero creo que merece la pena, no veréis en ningún otro sitio estas casitas que recrean la vida cotidiana, cada una con sus labores diferentes bien definidas, sus habitantes, sus muebles, casi parecemos "voyeurs" observándoles en sus tareas y vidas cotidianas sin pudor. ¡Nos os lo perdáis!

También con la entrada, tenéis derecho a un descuento de 2€ que no caducan, por si os acercáis al Museo Costa Mágica de Polop de la Marina, a 20 minutos de Guadalest, cerca de la Nucía. Nosotros lo dejaremos para otra vez.
Guadalest dispone de 9 museos en total, de los cuales constan entre otros él de instrumentos de tortura, el de saleros y pimenteros, el etnológico, y el museo de vehículos históricos a las afueras del pueblo, está señalizado en la carretera, así que tenéis dónde elegir.

Y muy satisfechos de nuestra visita de Guadalest, como la tarde aún cunde, decidimos conocer un poco Calpe antes de regresar a nuestro hotel de Altea.

Calpe es difiere mucho de la tranquila bahía de Altea, se trata de un pueblo balneario con grandes edificios y bastante tráfico. Pero en medio del trayecto hacia la playa del Peñón de Ifach, nos sorprende una laguna llena de preciosos flamencos, las salinas de Calpe. Una preciosidad que esperamos poder contemplar con más tiempo otra vez.

El paseo marítimo de Calpe nos deja algo indiferentes, acostumbrados a ver pueblos llenos de negocios turísticos a tuti plen, como en Salou. Y los hoteles con sus altas torres no dejan una bonita estampa del lugar. Lo único que podemos apreciar es el mismo Peñón, una formación rocosa un tanto curiosa.
Calpe

De vuelta al hotel, y listos para encaminarnos al restaurante elegido para la cena, el llamado Xef Pirata (C/ del Ángel, 22. T. 966885855), en el casco antiguo, al pie de la muralla que sube a la iglesia.
Xef Pirata Gastrobar, Altea

La experiencia no fue del todo lo que esperábamos en un sitio bastante recomendado. Es un local muy concurrido y bastante limitado en espacio, con lo cual reservad con antelación si queréis probarlo.
Subimos al comedor en la primera planta dónde hay varias pequeñas mesas distribuidas. Lo que nos pareció poco cómodo e inadecuado fue que la luz es tan escasa, que primero, a penas podíamos leer la carta, sin contar que justo en la mesa en la que estábamos, me deslumbraba una especie de foco amarillo en el fondo justo enfocado hacía mí, y no disponíamos de ninguna pequeña luz aunque de led fuera para alumbrar nuestra mesa. Por lo tanto, escogimos los platos más o menos por lo que se podía adivinar.
Xef Pirata Gastrobar, Altea

Xef Pirata Gastrobar, Altea

El servicio fue amable y no demasiado lento, con lo cual los platitos o tapas de diseño, como nos encantan, llegaban de forma bastante rápida. Lo que más lamentamos es que no pudimos disfrutar de los platos con la vista. Cada cual venía con el mismo color, o sea, ¡carente de cualquiera de ellos por falta completa de luz! Todos era en tonos negros o grises.
Y sin duda hubiera valido la pena poder degustar primero por los ojos, que bien saben los chefs la importancia de ello cuando se esmeran en la presentación, porque el sabor era muy rico. Pero la carencia de dicho color a todo ello hizo que no disfrutáramos plenamente de la velada, y menos aún con un volumen de música demasiado alto, más digno de un bar musical en el que había que chillar para oírse que no de un gastrobar dónde gusta de algo más de mesura en la voz.
Entendemos que quieran fusionar los dos conceptos en uno, ya que se puede tomar copas, cócteles, pero creemos que deberían encontrar un medio justo para crear una ambiente más acorde. Sin luz y con los oídos llenos de música, la verdad que no se puede disfrutar bien del momento.
Por eso, no sé si volvería a pesar de que la gastronomía nos pareció interesante, pero está claro que si probamos "erizo gratinado", "pulpo con puré de patata violeta", etc..., pues nos esperamos poder ver esos colores tan bonitos y que entran por los ojos, y no tener que adivinar cada plato que resultó muy soso para la vista. Algo que sin duda se podría solucionar con una simple luz enfocada en medio de la mesa, sea dicho ésta algo pequeña e incomoda.
En cuanto a los platos en sí, son originales y sabrosos, aunque la foccacia de burrata nos decepcionó ya que no se trata en absoluto de pan de foccacia sino de una tostada estilo biscotte, con lo cuál no debería llamarse de esta forma que induce a confusión.
Os dejo fotos retocadas para mejorar la iluminación de las mismas:

Pulpo con puré de patata vitelotte,
Xef Pirata Gastrobar, Altea

2 herizos gratinados, Xef Pirata Gastrobar, Altea

Focaccia de burrata, Xef Pirata Gastrobar, Altea

Carrillada ibérica con puré ligero y mermelada,
Xef Pirata Gastrobar, Altea

La cuenta salió por unos 58€, por 5 platitos y dos cócteles (de sandía y piña).
Creo que hay que probar el Xef Pirata por lo menos una vez, pero a no ser que corrijan las incomodidades descritas, no repetiré la experiencia. Creo que se puede encontrar un equilibrio perfecto entre lugar de copas y restaurante informal sin que salgamos del local con dolor de cabeza, ni con un "sí, pero no".

Acabamos la velada disfrutando de un bonito paseo de noche por el casco antiguo de Altea.

Altea

Altea


Altea

Xef Pirata Gastrobar, Altea






No hay comentarios: